Anteriores: El Mas Juny
El accidente de Albons (parte 1)
Se hizo la autopsia en presencia de Roussadana, el juez de paz y
Salvador Dalí. Isabelle miró al difunto, lloró, gritó y abrazó a su
hermano muerto y le besó repetidas veces aquella noche.
El día 3 de agosto trasladaron el cadáver en ataúd hasta el cementerio
de Albons, a la espera de poder enterrarlo en una cripta particular.
Pero finalmente se enterró en un nicho sencillo de Palamós.
Y mientras ocurría el accidente, el pintor Sert estaba acabando de
pintar unos murales (que fueron encargados por Alexis en 1934)
llamados "fantasías mediterráneas" en una sala del mismísimo
palacio veneciano que se alojó Alexis y Barbara Hutton antes de
que se divorciasen.
Sert se va a Génova y allí viaja en avión a Barcelona para luego
ir en coche al Mas Juny, dónde la sala de fumador se habilitó
como capilla ardiente.
Se hizo tan famoso el accidente que salió en la prensa rosa e
incluso la gente se acercaba a ver el coche. El primero que lo
presenció fue un niño que vivía en Cal Boter, que vio y escuchó
el accidente.
Incluso Dalí se enteró por teléfono de ésto (del accidente)
mientras él estaba en el Mas Juny. Y firmó los certificados de
defunción y de la autopsia.
Y finalmente Alexis fue enterrado en el nicho 66, A, del
cementerio de Palamós en 1935. Dalí y varias celebridades
estuvieron presentes.
El estallido de la Guerra Civil, la muerte de Roussy y la venta
del Mas Juny inspiraron la idea de que se podría hacer un jardín
funerario, pero nunca se hizo. Y más tarde, Alexis fue exhumado
de ese sencillo nicho del cementerio el 1950 y trasladaron los restos
a Lausana, Suiza.
Poco después del accidente, el día 12/8/1935, el ayuntamiento
de Palamós, recibe oficialmente un cuadro regalado por el pintor
Sert (titulado "la república dels pescadors"), para decorar la sala
de sesiones, que se estaba arreglando.
En los siguientes años, su sobrino, el arquitecto Josep Lluís Sert
construye la Casa Bloc (1936), el pabellón de la república (1937)
y el dispensario tuberculoso (1938).
Y Roussadana, en 1938, murió de pena, tuberculosis y drogas.
No quiso volver más a la costa Brava. Y expiró en una clínica
situada en Suiza.
Más tarde, esas pinturas murales del palacio veneciano que he mencionado varios párrafos antes, fueron adquiridas por el príncipe de Rumanía, luego por el museo de arte moderno de Madrid y por último fueron a parar a la sucursal del Banco de España que hay en Barcelona.
Continúa aquí:
No hay comentarios:
Publicar un comentario